Para
una especie cualquiera, una extinción puede parecer catastrófica, pero para el
gran abanico de seres vivos de la Tierra, la extinción es algo corriente. Las
extinciones se producen continuamente, dando lugar a la «renovación» de las
especies que viven en la Tierra, y a este proceso normal se le llama extinción de
fondo. En algunas
ocasiones, sin embargo, la tasa de extinción se eleva bruscamente durante un
tiempo breve, un suceso conocido como una extinción
masiva. Las
extinciones masivas acaban con muchas especies, pero los nichos vacíos que
dejan permiten la radiación de otros linajes hacia nuevas tareas, conformando
la diversificación de la vida en la Tierra. Esto provoca la re configuración de
las especies en la tierra, iniciando un proceso de evolución y adaptación de
estas.
Aunque
podría pensarse que las extinciones en masa sólo son procesos destructivos de
grandes proporciones, puede decirse, con razonable certeza, que la naturaleza
genera a partir de ellas procesos similares de creación. Desde un punto de
vista evolutivo, la cantidad de especies que logran sobrevivir a una catástrofe
de extinción masiva son las responsables de renovar las poblaciones y ocupar
los nuevos hábitats disponibles. Esto se logra mediante complejos procesos de
especiación, adaptación y especialización, logrando que la historia de la vida
escriba un nuevo capítulo en el escenario ambiental, con rumbo hacia una
naciente era de diversidad biológica floreciendo sobre la tierra.
Figura 25. Especies prehistóricas, tomada de: http://www.biodiversidad.gob.mx/biodiversidad/edadHielo.html
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